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"Ante el amor que no pudo ser"

2013

Impresión sobre lino

112 x 168 cm

"Ante el amor que no pudo ser"

Escrito por Valeria Villalobos-Guízar

Egresada de

Literatura latinoamericana

A los pocos días, de su tumba se levantaron las raíces de unos árboles invisibles, y de la tierra mojada comenzó a elevarse una torre de polvo. Fue entonces cuando el sepulturero entendió lo que le había dicho la vieja. A pesar de que él mismo había ocultado el cuerpo, y se había cerciorado de cavar profundo y de esconderlo en donde nadie pudiera ir por él, en donde nadie pudiera llorar por él, hablar con él, pedir por él o exigirle su regreso. A pesar de que le habían pagado muy bien y había caminado por todas partes para encontrar un descampado árido y sin referencias, un agujero para el que nadie pudiera trazar el camino, una boca abierta que lo engullera y jamás le permitiera volver. A pesar de eso y de todas sus precauciones, del cuchillo y la mordaza, de la pala, la cuerda y el silencio: nada cambiaría. Se lo había dicho la vieja antes de que él, en la mitad de la noche, arrastrara el cuerpo amarrado para dejarlo en la inmensidad de la tierra en un hueco empozado en la sombra sin árboles ni piedras ni montañas ni ríos ni nada: sepultar el cadáver no cambiará las cosas, porque matar no es destruir; y porque el problema de dejar regresar a los muertos una sola vez es que nada muere dos veces.

"Ante el amor que no pudo ser"

Written by Valeria Villalobos-Guízar

Bachelor's degree in

Latin American Literature

A few days later, the roots of invisible trees rose from the grave, and from the moist earth, a tower of dust began to rise. It was then that the gravedigger understood what the old woman had told him. Despite having hidden the body himself, ensuring to dig deep and conceal it where no one could reach it, where no one could cry for it, talk to it, plead for it, or demand its return. Despite being paid very well and having walked everywhere to find a barren, unmarked spot, a hole for which no one could trace a path, an open mouth to swallow it and never allow it to return. Despite all his precautions, the knife and gag, the shovel, rope, and silence: nothing would change. The old woman had told him before he, in the middle of the night, dragged the bound body to leave it in the vastness of the earth in a hole pooled in shadow without trees, stones, mountains, rivers, or anything: burying the corpse will not change things, because killing is not destroying; and because the problem with allowing the dead to return once is that nothing dies twice.

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